Antonio despertó
abruptamente: era el estallido de otra bomba.
El resplandor lo obligó a cerrar los ojos e de inmediato pensó, ¿dónde
habrá sido esta vez?. Quizá en el pueblo
de al lado donde vive la chica que tanto me gusta, o tal vez en el campo
deportivo donde voy a jugar al fútbol los domingos con mis amigos. ¿Estará herido algún familiar o conocido? Qué
guerra atroz.
Al abrir
nuevamente los ojos, repara en los bultos amontonados en la esquina del
dormitorio. Pronto todos se irán, ya no
pueden soportarlo o terminarán enfermándose por culpa de la escasez o de la
tristeza. Una mano flaca y fría lo toma
del brazo y le hace señas para que calle; es su abuelo.
-Vamos, Antonio,
acompáñame.
El chico todavía
adormilado le pregunta a dónde.
-A buscar una
pala.
-¿Para qué?
-Te lo diré por
el camino.
Al llegar a la
tapia externa del cementerio, se paran.
-¿Ves este árbol
centenario? Pues cava allí bien profundo.
Ya sabes que no puedo acompañarlos, pero en ese hueco depositarás esto –dice
sacando un envoltorio de debajo de su cazadora
-Date prisa, que
ya está amaneciendo y pronto te irás.
-¿Qué es? –pregunta
Antonio.
-Míralo bien y
no lo olvides. Son fotos familiares y
también el camafeo que le regalé a tu abuela cuando nos casamos, me hebilla de
plata, el anillo de compromiso y algún dinero en monedas que he podido
reunir. Tú eres mi heredero, poco te
dejo, es la verdad, pero es lo único que tengo.
Lo más valioso que te puedo ofrecer es mi bendición y el ferviente deseo
de que donde quiera que vayas puedas disfrutar de tu juventud sin guerras ni
violencia, que tengas derecho a reír y a jugar y a hacer travesuras propias de
tu edad. Así es que, mientras tanto,
tapa bien ese hoyo y recuerda su ubicación para que cuando seas mayor, regreses
y recuperes tu identidad. Eso sí, a
partir de este momento te va a tocar, callar…
*Título tomado prestado a poema de Otero Silva
Cambio de registro, distinto al que nos tienes acostumbrados, que habla de tu versatilidad como narradora. Un tono triste y melancólico para una historia dura aunque no exenta de esperanza.
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