Desde su pelo venía aquel aroma…, ese
aroma a invierno, a cuando vienen el frío y las ganas de abrigarse, a cuando
las noches son más largas que el día, a gris, al final de un día… Siempre que
nos sentábamos juntas en aquella mesa, ella traía algo de beber: si hacía frío,
una infusión o leche caliente y, si hacía calor, un refresco o un jugo.
Saqué la libreta para empezar a
escribir, como casi todas las tardes.
Esa vez, quería preguntarle muchas cosas, tenía la cabeza llena de
preguntas pero, algo sentí que no hice ni una.
Por primera vez, ella empezó a hablar y yo escribía, por primera vez,
ella me dictaba y, sin mediar palabra, yo solo escribía sintiendo un nudo en la
garganta, cada vez que dejaba impresa una palabra en el papel. Cuando terminó, le di un abrazo y ella se
marchó a su habitación. Entonces, miré
dentro de mi maleta. ¡Cuántas tardes
habíamos pasado juntas, cuántas imágenes, cuánta información!; ¡qué afortunada
me sentí por haber pasado junto a ella todo ese tiempo!.
Me bebí el último sorbo de la infusión
para bajar al estómago todos los nudos de la garganta y atreverme a entrar en
su habitación con su dictado en la mano…; se había olvidado de firmarlo.
A partir de aquel invierno, bebo la
misma infusión el mismo día que ella me dictó, para celebrar la vida.
*Título tomado prestado a versos de Vicente Huidobro
Bienvenida al Taller y a este Blog, Laura. Me ha sorprendido gratamente este primer relato que compartes con nosotros. Me gusta cómo has creado atmósfera y también el tono narrativo sobre el que se mueven los hilos de esta historia, con una prosa fluida, no exenta de dosificados matices poéticos. Excelente inicio. Ya estoy deseando leer lo siguiente.
ResponderEliminarGracias Isabel!, me encanta la idea del blog, puedo leer también a mis compañeros. Y gracias por tus motivadores comentarios!, y por ayudarme a entenderme escribiendo...nuevo para mi, compartirlo. Lo curioso es que empecé con una idea, que mientras escribía se iba transformando...
ResponderEliminar