Escribía
Van Gogh en su cuarto del manicomio de Saint-Remy, mientras pintaba su autorretrato.
Preservaré así mi cordura; le había comentado a su hermano Theo a través de la
frecuente correspondencia que mantenían. Es más, te diré hermano que hay otro
inquilino en esta casa, uno que me preocupa sobremanera. Es él, artista como
yo, amante de la luz el color y las formas, pues lo he constatado, y posee una
técnica depurada y académica, al más puro estilo de los más grandes pintores de
la historia. Como yo, tiene graves problemas de audición. Aunque él no se cortó la oreja…, como yo, perdió
el oído derecho debido a una enfermedad según me comentó durante uno de los
paseos por el patio del manicomio. Es español, tiene la fantasía de ser pintor
de una gran Duquesa española , una tal Maja que, según él dice, se enamoró de
ella o algo así, lo cual, querido Theo,
dudo mucho pues tiene una presencia terrible casi como esas horribles pinturas
negras sin luz ni color verdaderamente deformes y sin gracia que pinta
últimamente. Se dice llamar Goya, pintor de Corte…de España.
No sé que
pensar Theo, hermano, pues no estamos aquí en esta casa de reposo precisamente
por equilibrada cordura.
Tú mejor que nadie, conoces mi pasión por los colores y
lo que expresan; mi fascinación por el
amarillo, sus reflejos, su luz indiscutible… no podría vivir sin ese color ¡No
valdría la pena! ¡El amarillo es la llama que mantiene mi cordura!
Retomando a
Goya, me tiene inquieto, no soporto a ese hombre pues lo último que ha pintado
es un personaje terrible que me causa tal inquietud y desasosiego que no me permite
descansar; le llama El Gran Cabrón… creo
que se refiere al Diablo… No puedo resistir tanta tortura, no veo ninguna
salida a esta agobiante situación. Hoy
saldré a pasear por la campiña y llevaré la pistola que me traje cuando ingresé
en Saint-Remy. ¿…? Recuerda lo que
siempre te he dicho:
“Se puede
tener, en lo más profundo del alma, un corazón cálido y sin embargo, puede que
nadie acuda jamás a acogerse a él”.
Has unido a dos genios de la pintura; cada cual con esa locura que sólo los genios conocen, para bien o para mal. Ojalá hubieran coincidido de verdad. Buena idea concluir el relato con una reflexión del mismo Van Gohg
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