Me despierto en un azul inmenso, claro, diáfano y
luminoso. Figuras blancas, etéreas, de
metamorfosis cambiante flotan y se contraen; se dilatan ante mis ojos. En
movimiento continuo, como si jugasen con el viento, se transforman en
caprichosas figuras que estimulan mi imaginación.
Por un breve instante, no sé dónde me encuentro hasta que mi
conciencia se recupera paulatinamente y reconoce un entorno que hasta entonces
no me era familiar. Poco a poco bajo la
vista y tropiezo con el skyline de la ciudad: reconozco edificios, las
chimeneas de las fábricas y, más abajo: árboles, risas, voces…..
¡Silencio! A mi alrededor otras conciencias dormitan,
también, sobre la hierba.
¡Qué maravillosa entrada la tuya en nuestro taller, Roberto!. Leyendo tu relato, también yo me he tendido sobre la hierba para que llegara hasta mí ese mismo silencio, en medio de esta ciudad de cemento y piedra que, a veces, es vivir. ¡Me encanta como escribes, excelente dominio del lenguaje! Bienvenido a nuestro taller, a nuestro blog y a nuestros mágicos encuentros de los jueves.
ResponderEliminarBienvenido a nuestro grupo, me ha encantado tu narración y tu forma de contarla, espero poder disfrutar de muchas más, seguramente tan buenas como esta. Felicidades.
ResponderEliminarBienvenido a nuestro grupo, me ha encantado tu narración y tu forma de contarla, espero poder disfrutar de muchas más, seguramente tan buenas como esta. Felicidades.
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