No se asustó para nada al ver su imagen reflejada en las ventanas de
aquella pequeña estación de metro.
A su memoria acudió su primer afeitado, su cara reflejada en
el espejo. Estuvo a punto de volver la
cabeza, le pareció que alguien estaba detrás de él, cuando se dio cuenta de que
era su propia imagen, el corazón se le
escapaba del pecho, se cogió la cara con las dos manos, se la palpaba por todas
partes, entonces fue cuando volvió la espalda al espejo; una voz le sacó de
aquella pesadilla
- ¿Le ayudo a llevar la maleta señor?
-¡Déjala!- Dijo con muy mal gesto
- Perdone, pensé que necesitaba un taxi.
- No, voy caminando, hace muchos años que no estoy en mi
ciudad.
Levantaba la cabeza a cada paso, todo había cambiado mucho.
Le parecía que había pasado media vida.
Había pasado su juventud en una guerra injusta que no entendía y allí
estaba.
Bajó
silenciosamente por la calle mayor; el reloj de la iglesia daba la hora.
Una hora muy
torera para España; las cinco de la tarde. Espero que jamás vuelvan esos
recuerdos a mi memoria.
Como si de una cámara de cine se tratará, se mueve lo que relatas. En la escena cinematográfica de un regreso fue en lo que pensé, mientras leía. Me encanta que estés de vuelta en el taller, Clotilde. Se te extrañaba. Un abrazo fuerte.
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