El vecino que vivía frente al edificio de María la conocía
bien. Habían estudiado en el mismo colegio y él sabía en ese entonces cuales
eran sus planes de futuro. Siempre le comentaba que le gustaban los animales,
así que iba a estudiar veterinaria.
Pasó el tiempo y un día este vecino, que vivía un piso más
alto, vió a una mujer que le recordó a
María, cogió sus prismáticos y desde ese día, con muchísimo cuidado, la observaba. Así, fue notando que María no era feliz. Años atrás, sus padres
habían fallecido en un accidente de tráfico, así que se quedó solo con ese
dolor y junto a ese dolor otro, pues no había podido cumplir el deseo de ser
veterinaria.
Un día que llovía mucho, María veía a sus únicos amigos: sus
dos gatos, en el balcón, pero no hacía nada para abrirles la puerta y que la
lluvia no los mojara ¿Qué le estaba pasando?.
Sueños truncados, de eso parece hablarnos tu relato de esta semana: sueños truncados, presos por el dolor. Un abrazo, Carmiña.
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