Carmen salió
una tarde a disfrutar de un helado junto a una amiga. Ya en camino, de pronto, se acordó de algo,
tenía que regresar corriendo a la casa pues había dejado la cocina
prendida. Corría peligro de incendiarse
el edificio y así se lo comentó a su amiga.
Vamos rápido, le contestó ésta, el helado lo dejamos para otro día.
Cuando
Carmen llegó a la casa, lo que vio le hizo pensar que se estaba volviendo
loca. La amiga la tranquilizó diciéndole
que esos lapsus le ocurren a cualquiera y que no era cuestión de salir
corriendo para visitar a un psiquiatra.
Había dejado
la cocina perfectamente apagada y no había ocurrido nada.
Sí, estos lapsus son más que comunes y ante la duda, siempre es mejor hacer lo que hizo Carmen, regresar a casa y comprobarlo.
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