Sí, su paraíso era imperfecto aquel
día, porque la comida no estaba hecha
para cuando los padres llegaran de trabajar en el campo; no tenía suficiente
leña con la que avivar el fuego para terminarla. Empezó a buscar y encontró bastantes troncos
para poner en la chimenea. La vio arder
hasta que el humo casi llegaba al
cielo. Sus padres la felicitaron porque al fin logró terminar de hacer el almuerzo. Cuando
los dos le dijeron que la comida le había quedado muy buena, sintió que subía
por los aires, como el humo de la chimenea.
Finalmente, su paraíso volvía a ser perfecto.
Bellos recuerdos de un ayer donde lo maravilloso de las pequeñas cosas, nos acercaba al paraiso
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