Edelma estaba
enfrascada en una lucha contra su vecino Luis; no podía con él. Por más que lo corriera, lo asustara, le
tirara la puerta, le echara agua, él no dejaba de fastidiarla. Parecía que se dedicaba únicamente a pensar
cómo molestarla.
Llegó el día
en que Edelma no aguantó más. Lo esperó,
escondida entre los árboles del jardín, con toda la paciencia del mundo. Él llegó, como todos los días, muy confiado
en que todo sería como siempre. Cuando
Edelma lo tuvo a tiro, dirigió el chorro de la manguera hacia él y lo puso como
una sopa. El vecino salió disparado,
chillando despavorido. Estaba claro que
no lo esperaba.
A partir de
ese día no ha vuelto a molestarla.
Edelma lo ve merodeando por su casa, la mira, pero no se acerca.
Edelma pensó
que, tal vez, se había convertido en un
ser pensante y que el gato de la vecina había llegado a la conclusión de que
una retirada a tiempo valía más que una victoria.
¡Qué buen relato, Maruca!. El lector cree, casi hasta la última línea, que ese molesto vecino es un hombre. Nos mantienes hábilmente engañados hasta el final y eso no es fácil de conseguir. Muy bien.
ResponderEliminarFelicidades Maruca , tu relato es muy simpático y con un final afortunado. Alicia
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