Casimiro
siempre fue un niño inquieto, hiperactivo y peleón. Desde muy pequeño, a sus padres siempre les
resultó difícil que el niño controlara sus constantes arrebatos de mal genio y
sus escapadas de casa cuando recibía alguna reprimenda o castigo, por alguno de
los tantos problemas en los que solía meterse, se hicieron cada vez más
frecuentes.
Pasaron los
años y el carácter impulsivo y pendenciero de Casimiro fue empeorando. Le gustaba ir a las fiestas del pueblo, para
una vez allí y sin ningún motivo, buscar pelea con casi todos los chicos que
encontraba. Así transcurrieron los años
de su juventud en los cuales, tantos eran los problemas en que se metía, que en
su pueblo le pusieron un apodo: Torpedo.
Ese mote le acompañaría el resto de su vida, como si fuera parte de su
propio nombre y así lo conocían todos por allí, porque siempre parecía tener un
único objetivo: ir directamente en busca de alguien contra el que liberar todo
su carácter explosivo; igual que un misil disparado por un cañón.
Y cuentan todos
en el pueblo que, cuando alguien hablaba de él, no lo hacían simplemente de
Casimiro, sino que siempre se nombraba al ya tan conocido Casimiro Torpedo.
Has sabido retratar muy bien el carácter explosivo de este personaje, con una buena narración descriptiva.
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