Una tarde del mes de abril, estaba en posición
horizontal sobre el mar cuando sentí, debajo de mí, un extraño movimiento. Al poco rato, vi que se trataba de un delfín
que se acercaba. Me puse en pie,
flotando en el agua para verle mejor.
Muy cerca de mí, le acaricié la cabeza y le di un beso en la frente.
-Los de tu raza están acabando con nuestra comida,
están ensuciando el lugar donde vivimos.
¡Ayúdanos, por favor! ¡Ayúdanos,
querida amiga! –sentí que me dijo.
Salí del agua, me vestí y fui al Ayuntamiento, a las
zonas de pesca, a discutir con cualquiera de mi raza que pudiera parar aquello.
Durante un tiempo, trabajé duro, apenas dormía,
intentando buscar una solución a este problema.
Pasó un año y, por fin, lo conseguí. Fui a una rueda de prensa y los periodistas
me preguntaron el porqué de mi interés para salvar al mundo marino. Les conté la historia del delfín y terminé
diciéndoles:
-Así se los cuentos porque, un día, así me lo
contaron.
Tu amor por el mar se trasluce incluso en tus historias. Luchar por un mundo mejor, luchar por proteger la naturaleza; esa es la lectura que saco de tu escrito, Eva. Muy bien.
ResponderEliminarTe felicito por tu afán de tratar de revindicar las cosas, muy lindo tu escrito Eva.
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