Así me lo contaba y así lo cuento. Siendo yo una niña, María me venía a contar cuentos cuando
ya estaba en la cama. Me encantaba oírla,
sobre todo las historias de brujas. Ella
decía que las había y que salían por las noches. Hasta me contaba cuáles eran los sitios por
donde se podían ver: en el barranco de Barroso, yendo hacia Tigaiga…
En alguna ocasión, cuando yo pasaba por esos
lugares, de día ¡eh! se me ponían los pelos de punta, pues por ese camino
íbamos a coger hojas de los morales, para darle comida a los gusanos de
seda. A todos nos dio por eso; veíamos
los cambios por los que iban pasando los gusanos y nos encantaba.
Volviendo a la historia de las brujas, esa en la que
María me decía que en las noches oscuras se veían luces moviéndose por “las vueltas”
–que así se llamaba al camino que iba al pueblo de Icod el Alto–.
Ahora, me sonrío al recordar lo que me contaba mi cariñosa María, pues aquellas luces
seguramente eran las personas que se alumbraban con faroles, porque aquella era
una vereda solitaria. Cuando era niña
¡yo me lo creía! ¿Las hay? Puede
Las historias que nos cuentan de niños, sobre todo aquellas de miedo, de brujas y aparecidos, se quedan grabadas en nuestra mente para siempre. Tu María me hizo recordar a mis propias Marías, aquellas que me contaban cuentos parecidos a este, cuando era niña. Me ha emocionado, Carmiña.
ResponderEliminarPrecioso ese cuento , como se dice : Recordar es vivir. Alicia
ResponderEliminarQue recuerdos tan entrañables me trae tu relato carmiña, un beso
ResponderEliminar