Pasé semanas frente al espejo; no podía creer que
aquel fuera mi reflejo. Sólo podía ver
la sombra de lo que fui algún día y, sin aparentemente saber por qué, dibujé
once líneas en su mano, decidiendo contar una historia. Uno a uno, mis hijos fueron sellados con su
propio destino y yo volví a concentrarme en aquel reflejo, sin conseguir
descifrar mi camino. Visto lo visto, mi
azar estaba en todas las manos selladas.
Descubrí, por fin, que yo no era otra que…¡la vida misma!.
Excelente micro, Zule. La vida, el devenir, frente al espejo sin reconocerse. Hay mucha poesía y filosofía encerrada en él. Me gusta
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