Qué pasaría si, de repente, se me antojara envolverme de pies
a cabeza con aquel espejo y me mirara en este pañuelo y que en él se reflejara
un campo de flores, a ser posible, rosas.
Sería bonito, sí, aunque ya lo es a través de mi imaginación: ¡es pura
magia!.
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