Para hacer una adecuada crítica
destructiva, hay que realizarla con todas las consecuencias e ingredientes
necesarios, pues ya que la materializamos no nos debemos quedar a medias. Hagámosla
preferiblemente en público, pues nada hiere más que una crítica ante una
destacada audiencia que, además, pueda reír sus ocurrencias dirigidas contra
determinada persona. No escatimemos en hablar de sus defectos y de sus puntos
negativos, no suavizar con algo positivo que pueda rebajar el tono. Si el
interfecto se propone justificarse, no perdamos nuestro tiempo, que es oro,
escuchándole, dejémosle con la palabra en la boca y saltemos a otra cosa. En
fin, en esta vida unos son altos, otros son bajos, otros ricos o pobres pero
por desgracia para ti, te ha tocado SER inútil, cretino, inadecuado y estúpido.
No hay que desperdiciar la más
mínima oportunidad de hacer una crítica destructiva, sobre todo si el sujeto
afectado tiene pocas posibilidades de defenderse. En la guerra, como en el
amor, cuando el adversario más se resiste es cuando menos hay que cejar en el
empeño.
Estas instrucciones maquiavélicas tienen mucha sustancia, mucha enjundia de la que habrá que dotarse para los juicios más destructores. Buen trabajo.
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