Carlos buscaba la llave del coche en el
bolsillo de una chaqueta de su mujer, la encontró, y también un papel que
decía: CASTILLO 31. ¿Qué es esto? se preguntó, intrigado. Ese papel le hizo
estremecer, como si de un cable de alta tensión se tratara, qué significaba ese
papel. Lo leyó y releyó, para ver si así lograba una explicación razonable, sin
tener que hacer preguntas. Castillo, 31; la misma frase repetida miles de veces
giraba en su cabeza, esto será una dirección, dedujo, ¡pero de quien! Buscó un
mapa callejero y empezó a mirarlo, luego entró en el ordenador para ver el mapa
por satélite y su curiosidad aumentó al comprobar que en esa dirección se
encontraba un hotel. Carlos, pálido de nacimiento, se puso lívido ante aquella
deducción, no lo podía creer, ¡su mujer se la estaba pegando!, ¿pero con quién?,
se preguntaba confundido. Será Ramón el musculoso, no, no, ella no es tan
superficial, o tal vez será Pablo el guapetón del barrio, no, qué va, ella
valora algo más que una cara bonita, o tal vez el nuevo chico de la panadería,
tan atento y servicial él, las mujeres valoran esos detalles.
A Carlos, su imaginación no le daba
tregua y una profunda inquietud se apoderó de su ánimo. Barrió el lugar con la
mirada buscando el teléfono móvil de ella para investigar, pero no lo encontró.
Aprovechando que ella se estaba bañando, decidió registrar su cartera, él sabía
de sobra que lo que hacía no estaba bien, pero necesitaba alguna pista que le
confirmara o anulara su sospecha. Con sigilo, como un ladrón profesional, metió
la mano dentro del bolso, sacando un estuche de maquillaje, lo depositó en el
sillón, luego el monedero, paraguas, compresa, libro, gafas, bolígrafo y una
larga lista de cosas, que él se sorprendió de la cantidad, pensando, parece el
bolso de Mary Popins, y al contemplar el botín encima del sillón, quedó
desconcertado, allí estaba la respuesta a todas sus incógnitas, en la portad
del libro en letras cursivas se leía claramente, CASTILLO 31, de LILIA MARTIN.
Relato de trama perfecta, con la rúbrica personal que caracteriza todos tus escritos. Esta vez, la historia nos conduce a un final del todo cierto: las mejores respuestas siempre están en los libros. Muy bueno.
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