Qué bien lo estábamos pasando en ese
crucero, claro, un grupo de amigas adolescentes, la primera vez que viajábamos
sin personas mayores que nos protegieran. ¡Cuídense las unas a las otras! Así
sentenciaron nuestros respectivos padres en el momento de la despedida.
El crucero se llamaba “Los Castillos de
Europa a través de los ríos”.
El baile de máscaras fue sensacional y
mi amiga Eleonor la más llamativa, todo un espectáculo. Me di cuenta que
prácticamente la noche entera había bailado con el mismo hombre (yo no diría
joven pero sí muy atractivo).
Al finalizar la fiesta Eleonor llegó al
camarote con la cara encendida y sonrisa traviesa y me enseñó una tarjeta que
decía: Castillo 31.
¿Te la dio tu pareja de baile?. Sí,
contestó, ¿qué crees tú que quiere decir?.
Bueno,
quizás se refiere al Castillo número 31, aunque no creo que vamos a ver tantos,
o quizás algún pasadizo siniestro. También podría ser que tu admirador se
apellidase Castillo y tiene 31 años, aunque si te digo lo que pienso es mucho
mayor.
Cada vez estábamos más intrigadas así
es que recurrimos a la chica más experimentada del grupo, a Rosaura, ella
seguro nos sacaría de dudas.
Al ver la tarjeta Rosaura pegó un
brinco: ¡Pero qué técnica, así es como se ha hecho millonario, captando chicas
desorientadas!.
Un momento, le espeté, explícate por
favor, ¿es quizás su dirección?.
Rosaura no contestó y con un gesto
teatral abrió su bolso, sacó de allí una tarjeta idéntica a la nuestra y
exclamó: De esas tarjetas hay cientos; las reparten en esa calle. Si te fijas
bien, tiene una coma, quiere decir: Calle Castillo, número 3, puerta 1. Y ¿no
leyeron lo que dice atrás? “Cirujano Estético”.
¡Qué traviesa y divertida historia nos has traído esta vez! Siempre superas el más difícil todavía. ¿Cómo iba a detenerte el enigmático título de Castillo, 31? Muy bueno.
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