María, cuando tenía 17
años, decidió viajar a un país lejano. Nunca se había separado de sus padres,
pero ese día tuvo que coger un barco para ir a otro país. Tardó 12 días en
llegar. A María le parecía que nunca iba a avistar tierra, sobre todo porque la
comida no le gustaba y no conocía a nadie que le diera otra cosa. Cuando llegó
al puerto de destino, la estaba esperando un familiar que hacía muchos años que
no veía. Le pareció mentira verse pisar
suelo, al fin.
Enseguida consiguió trabajo, pero el problema
es que como no recibía carta de la madre, no hacía sino llorar, pero así fue
pasando el tiempo hasta que se fue
quitando la llantina y se fue adaptando al país, y pronto volvió a ver a su madre y con los años
encontró a unos amigos muy buenos, aunque algunos ya están descansando, otros
quedaron y se llevan muy bien, todavía, como los hacen buenos amigos.
Nos gusta conocerte un poco más a través de tus historias, tan auténticas, tan de verdad, Maruca. Gracias por compartirlas.
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