Para contar mentiras hay que tener
una facultad esencial: la memoria. Eso es para no quedar en ridículo o en
evidencia si deseamos hacer uso de la misma mentira en otra oportunidad.
Practicar unas cuantas veces el
texto para transmitir con serenidad y seguridad sin tartamudear ni que nos
tiemble la voz, es esencial.
La mirada lejos del interlocutor.
Nos delataría el brillo malicioso del iris.
Intente que su rostro no se tense
para evitar contracturas. Le recomiendo que lo ejercite abriendo y cerrando la
boca veinte veces y guiñando los ojos unas 200 y pico.
Sus mejillas tenderán a sonrojarse,
así que polvoréelas con maquillaje dos tonos más claros que su piel; así
evitará cambios de color.
Siguiendo estos pasos, le aseguro
que su engaño tendrá éxito.
¿Vamos a contar mentiras, tralará…?
Siguiendo estas certeras instrucciones, vamos… Tendremos el éxito asegurado.
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