Ellos se reunían todos los días en
el banco más grande de la plaza, pasaban muchas horas juntos.
-Oye Pablo ¿viste aquel tipo que
traía doscientos camellos cargados de cebada?
-Sí Juan, y a continuación pasó
Miguel que puso en la punta del monte veinte tiburones como burros.
-Sabes el carnero que pesqué el otro
día tenía las escamas como una paellera y la carne parecía de pollo.
-Bien, me voy para la casa -dijo
Matías- a ver si digiero tanto camello, tiburón y carnero mientras duermo.
Ellos se sentaron a contar mentiras, tralará!! y a mentirosos no les gana nadie, me parece. Muy divertido.
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