Para decir mentiras, primero hay que
saber bien la verdad y escoger a la víctima adecuada, para que la extienda.
Mentiras piadosas: Se dicen por
evitar algún mal mayor o para no herir sensibilidades. Por ejemplo; después de salir del trabajo, te
invitan a tomar algo, llegas a casa más tarde de lo habitual y tu pareja
pregunta:
-¿Dónde has estado, que llegas a estas
horas?
Debes poner cara así como de
tranquilidad, aunque por dentro probablemente estarás pensando, se me va a
notar, no lo mires a los ojos directamente, mientras te desvistes le contestas:
-No te imaginas el trabajo que hubo
hoy, además al salir, una compañera tuvo
un choque y la llevé a su casa.
Mentiras malignas: Son con las que,
a posta, se logra cocer un enredo y sirven para lograr que se produzca un lío
tremendo. Por ejemplo; le cuentas a tu mejor amiga que sospechas que tu pareja
te es infiel y ella trata de quitarle importancia, con mucha naturalidad y
mirándote a los ojos, intenta tranquilizarte. Te comenta:
¡Qué dices! No puede ser, si es una
bellísima persona, es imposible, te quiere muchísimo. ¡Quítate eso de la
cabeza!
Al cabo de un tiempo, sigues con la
misma intriga, decides investigar y te llevas una decepción impresionante,
cuando descubres que ella es la amante.
Aunque la sinceridad está sobrevalorada, según mi opinión, estoy de acuerdo contigo en que mentiras hay muchas y de variados pesos y consecuencias, pero aquellas que son puñaladas traperas y que vienen de quien menos te lo esperas, sin duda duelen mucho.
ResponderEliminarMe gusto cuando la leiste en clase y me gusto al leerla ahora.
ResponderEliminarPresentadade una forma clara y sincera .