Si usted decidió entrar en el gremio
de los mentirosos, allá usted, pero por su bien tenga en cuenta unos consejos.
Uno: la actitud siempre, siempre
natural, usted es el primero que tiene que creerse sus mentiras, o usted solito
se delatará al ponerse colorado, sudoroso o titubeante.
Dos: se le aconseja que controle muy
bien su conducta y piense con claridad, manteniendo la cabeza fría en todo
momento, no es aconsejable que la vaya a poner en la nevera, eso sería
contraproducente, por razones obvias, lo podrían descubrir.
Tres: cuide la memoria, esa compleja
función que a veces nos falla, agasaje a esa maravillosa aliada con rabillos de
pasas, son muy eficaces para que eso no ocurra.
Cuatro: compre un cuaderno para
anotar sus mentiras y llévelo siempre con usted para anotar y consultar a quién
se las dice, el día y la hora, no vaya a ser que entierre varias veces a su
abuela.
Cinco: poner cara de absoluta
fiabilidad, para eso hay que entrenarse todos los días, es una técnica muy
productiva y popular, es la que usan los políticos, y la verdad, no les va nada
mal.
Seis: los remordimientos, ese
sentimiento tan inoportuno, esa voz interna del sentido común, ignorar, es lo
correcto o terminará con su tranquilidad, si eso pasara, se aconseja violarla
sin ética, una y otra vez, para hacerla más débil.
Brillantes instrucciones. ¡Eres buena siempre, incluso sacando tu lado maquiavélico!
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