Ese día amaneció precioso; todo estaba bien en mi
mundo. Salí hacia el colegio y, como
siempre, pasé por la sastrería de mi padrino.
Lo encontré con su guayabera de un blanco inmaculado, tomando café y
fumando un habano, costumbres que evidenciaban sus muchos años vividos en Cuba. Al inclinarme a darle un beso, tropezaron mis
ojos con una foto publicada en la primera plana del periódico. Mi corazón empezó a latir con fuerza. Era mi héroe, mi caballero seductor, el
espadachín que siempre salvaba a las doncellas en problemas, era mi Robin
Hood. Para mi mal, se anunciaba en
letras grandes: AYER SE CASÓ EN LOS
ÁNGELES EL ACTOR ERROL FLYNN, CON PATRICIA…no sé qué, y ya no pude leer más;
mis lágrimas no me lo permitían. Vaya,
pensé, así es que no me esperó, ¡si ya tengo casi doce años!. ¡Qué triste me
sentí, que vulnerable en mi fantasía! Vi
como si unas olas gigantescas destruyeran mi castillo de arena, mis ilusiones…,
de golpe.
Creo que mi padrino se enteró del drama porque me dio una
palmadita en la espalda y dijo algo así como: la vida no es fácil y las niñas
como tú deben aprender mucho antes de considerarse adultas.
Afortunadamente, yo recuerdo que mi desengaño sólo me
duró hasta el verano.
Exquisito, Alicia, lleno de dulzura y de verdad. Al leerte, yo misma me vi reflejada en la fantasía de la inocente adolescente que fui alguna vez. Un relato conmovedor, muy bien contado
ResponderEliminarque bonito el relato tiene mucha inmaginación que lindo es ese Robin hood maria
ResponderEliminarMe ha cautivado esta historia tan tierna, felicidades Alicia, un beso.
ResponderEliminarUna historia en la que todas nos vemos identificadas. Muy bien narrada y con un final muy acertado. Besos
ResponderEliminarQuien no sintió un amor así? que época tan hermosa.... Un beso.
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