-Quisiera
que alguien me dijera por qué –dijo Ángela, observando con desconsuelo ante la
mirada de Teo, Julián y Álvaro.
-Lo siento,
es culpa mía y solo mía –dijo Álvaro, angustiado ante tal situación.
No se le
ocurrió otra cosa que decir.
-Pero, ¿por
qué lo hiciste? –insistió Ángela, con las lágrimas empañando sus ojos.
-No te
sabría decir, fue un acto espontáneo –puntualizó Álvaro –Son de esos días que
tiras cosas para llenarlas con otras.
-Pero ¿por
qué no me consultaste? –seguía protestando Ángela.
-Yo pensé
que te habías olvidado de ellos. Hacía
tanto tiempo que estaban en el desván… y yo necesitaba ese espacio.
Ángela
seguía con mirada desconsolada, sin entender cómo se había quedado sin disfraz
para correr los carnavales.
Pobres los dos: Ángela y Álvaro. La primera por quedarse sin disfraz, el segundo por cargar con el terrible peso de la culpa. El lector se pregunta qué habría tirado el incauto Álvaro que tanta angustia causaba en Ángela. Claro, ¡tratándose del Carnaval!
ResponderEliminarGuau que problema tiene Álvaro, estaba buscando espacio y lo que encontró fue un problema,
ResponderEliminarQue decepción no encontrar su disfraz ,simplemen te tendrá que improvisar . Lo siento . Alicia
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