Ana estaba desesperada.
Ya no podía más, así es que le informó a Rodrigo que estaba mareada y
sentía que se iba a caer.
Él le reprochó que de repente se sintiera tan enferma,
cuando no comía ni descansaba; Rodrigo creía que deliberadamente, para
presionarle.
Ana le reclamó que él no se diera cuenta que ella, sin
él, no podría seguir con aquello e insistía en no entender como Rodrigo iba a
dejarla sola, precisamente en aquellos momentos.
Él insistió en que ella entendiera que si no marchaba
pronto, ellos vendrían a buscarle. Había
demasiados cargos en su contra; la estafa había sido impresionante y quedarse
allí más tiempo no era una buena idea.
Ana quiso convencerlo, diciéndole que ella le serviría
de escudo y que al verla, ellos serían incapaces de detenerle.
Luis no pudo dejar de lado la ironía, al preguntarle si
ella de verdad creía que por ver su barriguita de nueve meses, de apiadarían de
él.
Sólo al recordarle a su bebé, Ana pareció
entenderlo. A ninguno de los dos le
gustaba la idea de que el bebé naciera antes de tiempo.
Supongo que el caso Anais habrá quedado resuelto, pero con este desenlace abierto, o nos quedamos con la duda o, como lectores, cada cual le pondrá el fin que crea conveniente, lo cual es un juego muy interesante, Bien, Alicia
ResponderEliminar