¡Qué
bonito es salir al campo y ver todo verde!, o salir a mi patio y admirar mis
frondosas plantas, y los frutos, aún verdes, en los árboles; las manzanas, las
ciruelas, pronto dulces y jugosas.
Observar los huertos sembrados con papas, coles, maíz, me resulta tan
agradable…, me da mucha alegría. Ver las
calabaceras trepar por todas partes, las plantas de hinojo –muy bueno contra
los gases, por cierto– me encanta. Todo
lo verde me llena de energía y de fuerza, tal vez porque el verde es el color
de la esperanza, que es lo último que uno debe perder. Es por eso que yo me quedo con los verdes; no
pienso perder jamás la esperanza.
Verde, dulce, entusiasta defensa del verdor, aquel que siempre va de la mano de la esperanza.
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