Por motivos de trabajo, Rosa tenía que hacer un
viaje. Ella era artesana y debía asistir
a una feria internacional muy importante porque, de aquel viaje, dependía la importación
y exportación de sus productos en los que una empresa había confiado. De ahí que
le preocupara mucho que todo saliera bien.
Llegado el momento, empezó a dejar todo arreglado en su
trabajo, dejando a cada cual las tareas que debían realizar en su ausencia. En su casa las cosas eran distintas pues
tenía marido, hijos y, ocasionalmente, suegra.
En aquellos días no estaba con ellos y Rosa pensó
-¡Ojalá estuviera aquí mi suegra!, todo sería más
fácil, pero no es cosa de decirle que venga desde la península a hacerse cargo
de mi casa. Me parece abusivo por mi
parte.
Con esos pensamientos, rondándole la cabeza, llegó a su
casa. Le explicó a su marido que tenía que ausentarse por una semana y que no
sabía qué hacer con los niños.
-Bueno, habrá que buscar a alguien –le respondió el
marido– pero, eso sí, ocúpate tú de eso.
Rosa puso cara de pocos amigos al ver la poca
colaboración de Paco.
Pasaron unos días y no había conseguido una solución
que la convenciera. La fecha de salida
se acercaba y la desesperación iba creciendo cuando, sonó el timbre de la
puerta.
Nunca se había alegrado tanto de ver en su casa a su
suegra.
-¡Me caído como agua de mayo!
-Bueno, yo vine a pasar juntos el cumpleaños de mi
hijo, no entiendo tu exclamación, de todas formas me alegra tu bienvenida –le respondió
la suegra mientras la miraba extrañada.
Desmitificando las relaciones nuera-suegra, sí señor. Muy buena historia.
ResponderEliminar