Ella,
como de costumbre, salió por la mañana temprano ya que tenía que hacer lo de
siempre: pasar por las oficinas de sus bancos habituales para efectuar los pagos.
Y como siempre, también, iba fijándose en todo lo que se cruzaba a su paso. Asombrada ante lo que veía, pensó que estaría
de moda aquel color. Ella sabía que el alegre
color naranja, libera lo negativo pero, al llegar a las puertas de la oficina
del nuevo “cuenta naranja, préstamo naranja, tarjeta naranja”, cogió el papel y
lápiz que siempre lleva en el bolso y escribió “ácido cítrico alimento muy rico
en vitamina C, una fruta muy apreciada para hacer cantidad de recetas, el
tiempo meteorológico que también tiene su alerta naranja, la famosa piel de
naranja que esa sí que no gusta a ninguna”.
Escrito esto, volvió a meter lápiz y papel en el bolso. Tras salir del banco, decidió ir al mercado y
compró cinco kilos de naranjas que, como de costumbre, le quitó ese mal sabor
de boca, con aquel sabroso sabor de las naranjas dulces.
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¿Dónde compras esas naranjas dulces que quitan el mal sabor de boca que se nos queda a todos estos difíciles tiempos que sufrimos, Clotilde?
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