La
vida no es fácil; eso lo sabemos todos pero, aquel día en particular, mi reloj
despertador no funcionó, ¡claro! ¡si no lo había enchufado…! ¿qué podía
esperar?. Así es que se me hizo tarde y
la guagua del colegio de los niños pasó de largo. Todos se levantaron más tarde y, por
supuesto, con el apuro, la leche del desayuno se derramó y el pan se tostó en
exceso. A mi marido le hizo poca gracia
transportar a los niños al colegio, antes de irse a su trabajo y así me lo hizo
saber. Yo me quedé frustrada, pensando
que ese día mi papel de madre y esposa resultó un terrible fiasco. Para completar, la lavadora se puso en huelga
y, cuando llamé al técnico, me informaron que se encontraba en el Sur y
regresaría la siguiente semana. ¡Qué
desespero! Las camisas de mi marido
llevarlas a la lavandería y sabía Dios qué cosa haría con los uniformes de los
niños porque mis hombros no estaban tan divinos para lavar a mano ese montón de
ropa. En eso estaba, cuando me di cuenta
de que se me pegaban las cholas al piso y, ¡para mi horror!, me di cuenta de
que la gata tenía diarrea y ni quiero recordar el reguero y el olor. Con alivio, oí el sonido del teléfono, ¡qué
sea una buena noticia!, pensé. Pues sí,
era mi amiga Luz Marina, a quien quiero como a una hermana, e inmediatamente le
expliqué mis desventuras. Como mi amiga
es soltera y no tiene marido, ni hijos y tampoco mascotas, no tuvo claro cómo
ayudarme y le dije, salgamos a distraernos un poquito pues esto parece un
martes 13. Como Luz Marina es algo
pusilánime, no quiso meterse en problemas.
No, me dijo, estoy ocupada cuidando a mis padres y tú deberías afrontar
los problemitas que tienes y no eludirlos.
Al colgar el teléfono, pensé: estaré sola todo el día, angustiada y
pendiente de este caos, no señor, estoy joven y no tengo ganas de amargarme la
vida, así es que me bañé y me perfumé y me dirigí al Corte Inglés. Me probé ropa, zapatos, carteras, cholas y
hasta un sombrero. Y luego salí, de
vuelta a casa y a mis problemas, con una bolsa de caramelo en las manos.
Excelente manera de hacerle frente a esos pequeños grandes reveses cotidianos. Insuperable manera de contarlo, Alicia. Me ha encantado.
ResponderEliminarMe he reido mucho con este relato y me siento bastante identificada con tus problemas.
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