Escribir es una
pasión. Al poner nuestros pensamientos
por escrito, queda algo de nosotras sobre el papel y, al mismo tiempo, nos
sentimos más vivas y con más fuerza. Comunicarse
ha sido una necesidad vital para el hombre; sólo hay que recordar a los
primitivos que dejaron en las cuevas donde vivían, las huellas de lo que
hacían, pensaban y sentían.
Una
vez leí algo sobre los habitantes de las tribus africanas, a quienes los
primeros colonos blancos, les hacían escribir su nombre y su procedencia en un
papel en blanco. Sólo entonces existían
para ellos. Ya eran alguien.
Esther, leer tu escrito me llevó a la siguiente reflexión: ¿y ahora? ¿tratamos hoy en día como alguien a quien no tiene su nombre sobre un papel?
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