Blanca
comienza a leer un libro de relatos que le regalaron sus amigas por su
cumpleaños. Va en el tren camino a su
trabajo. De pronto, le sorprende ver
entrar al vagón a un hombre con gabardina y sombrero negros. Se parece a Pedro Navajas, el de la canción,
piensa pero, no, no era él. Era un viejo
amigo que conoció en su juventud.
Muchos años
habían pasado sin verse pero no pudieron dejar de recordar la primera vez que
se conocieron. Ella era una niña
asustadiza que nunca había hablado con una persona de color y al verlo, sin siquiera
dirigirle una palabra, pegó una carrera hacia su casa con el corazón galopando
de miedo. Y es que el gusto de Pablo era vestirse de negro de pies a cabeza. Eso unido a su color tostado, le hacía
parecer un cuervo.
Pasados los
años, aquel reencuentro en el tren, les llena de alegría y recuerdan aquel
primer encuentro como una anécdota divertida.
Blanca no tiene inconveniente, esta vez, de llenar de besos y abrazos a
aquel cuervo fiel a sus gustos por lo negro y oscuro que era Pablo.
Sencilla y simpática historia que despierta sonrisas por la franqueza e ingenuidad de esa niña asustadiza.
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