Sonó el
teléfono y a través de él escuché:
-Mi padre
sufrió una caída y murió-
Cuando
llegué a casa de mis primas, las encontré rotas de dolor. Poco después, a solas
con una amiga en la cocina, ésta me comentó:
-Lo peor
está por llegar. No se cayó; lo mataron.
Y así fue
cómo me enteré de aquel horrible crimen, antes que sus propias hijas.
Lo mató su
mejor amigo, no sé de cuántos hachazos.
El hacha la encontraron en posesión del homicida que lo único que decía
es que había pasado el día con su amigo.
El resto sólo lo conoce él pues dice recordar sólo una parte de la
historia y como se trata de alguien de avanzada edad, todo quedó ahí, mientras
que la familia del muerto sigue sufriendo por la ausencia de su ser querido y
por todo lo que tuvieron que pasar a raíz de este trágico suceso.
No todo
crimen tiene su castigo.
La realidad superando la ficción, o la ficción haciendo uso de la realidad. Tal vez ambas cosas.
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