En una
calurosa noche de verano, don Manuel y doña Gertrudis dormían plácidamente
cuando, de pronto, él despertó dando unos alaridos aterradores que
sobresaltaron y preocuparon a doña Gertrudis que, insistente, repetía:
-Pero, ¿qué
te pasa? hombre, ¿qué es lo que tienes? por favor, no me asustes, Manuel.
Él sólo
chillaba como un endemoniado con las manos en la cabeza.
Con
semejante escándalo, se despertaron los vecinos que llegaron en su auxilio,
llevando a don Manuel a Urgencias. Él no
dejó de berrear por todo el camino.
Pasadas unas
horas, doña Gertrudis, ya había rezado dos rosarios con sus respectivas
letanías para salvar el alma de Manuel, porque seguro que un espíritu maligno
había tomado posesión de ella.
Cuando salió
don Manuel por la puerta de Urgencias, con una calma y serenidad aplastante,
portando en las manos un frasquito, al verlo con tal entereza, doña Gertrudis
pensó que habían sido los rosarios más efectivos que había rezado en toda su
vida.
Los vecinos,
que esperaban interesados, preguntaron extrañados qué había pasado y don Manuel
mostró el frasquito como quien muestra un trofeo, al tiempo que les decía:
-Todo fue culpa de esta intrusa, esta maldita chiripa
Construyes de tal manera las atmósferas de tus relatos que los haces absolutamente creíbles, a lo que también ayuda tu destreza en el dibujo de los personajes.
ResponderEliminarEstremecedor relato que mantiene la intriga hasta el final pero, yo me he quedado con las ganas de saber que contenía el frasco.
ResponderEliminarImpactante a la vez que intrigante!!
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