Golpea
implacable una vez tras otra, hundiendo con saña, el puñal del dolor en su
realidad. Yesmila se despierta sudorosa;
el corazón palpitando aceleradamente; mira alrededor, reacciona, -ha sido tan
solo un sueño- , dice tratando de
tranquilizarse. Sí, sólo un sueño, pero
uno de esos tan auténticos, que cuesta distanciarlos de la realidad.
Sueños recurrentes, que han pasado a formar parte de su día a día,
aún sin ella desearlos; los que le hacen revivir como si de ayer se tratara,
aquellos escalofriantes momentos vividos tanto tiempo atrás, -cuando perdió a
su familia en aquél fatídico accidente,
del cual únicamente ella sobrevivió- y, que la
transformaron en un ser solitario y asustadizo;
Ahora
a sus cuarenta años, Yesmila vive invariablemente sumida en una confusa mezcla
de frustración, desilusión y miedo. Taciturna, lo único que desea es …no
soñar.
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