Cuando estaba
estudiando en un país un poco lejano al nuestro, cayó en sus manos una oferta
de trabajo para una ONG y le entusiasmó la idea de comunicarse con ellos. Se
informó de las condiciones, aunque tuvo que advertirles que le faltaban tres
meses para volver a España. Desde el otro lado del mundo le pidieron enviara su
Curriculum. Se sorprendió mucho cuando lo aceptaron en el puesto y al saber que
estaban dispuestos a esperarlo: así empezó el viaje de este trotamundos.
Viaja por lugares en
los que, a pesar de todas las desgracias que presencia, él junto a sus
compañeros de labor, médicos enfermeros y demás personal, se sienten útiles y a
gusto con lo que hacen, entre tantas situaciones vividas algunas no tan buenas,
viviendo con la mayor sencillez tal como hacen los que le rodean; allí donde
una medicina es escasa y un pedazo de pan es un manjar que no está al alcance
de muchos.
Después de vivir en
nuestro acomodado mundo donde todo se bota sin pensarlo demasiado, este
trotamundos y sus compañeros trabajan en países donde se muere de hambre de una
simple gripe, de malaria, o de tantas otras cosas que no quisiera nombrar.
Pienso en lo indolente
se ha vuelto el ser humano. Como todas estas
situaciones se viven en África, no nos interesa, no nos importa, y nos
olvidamos que aquí o allí hay personas que sufren.
Mi admiración para
todo este personal humanitario de Médicos sin Fronteras y demás organizaciones
que luchan en el mundo por todos los seres humanos, sin distinción, que Dios los proteja y ayude.
Sé que este tratamundos del que hablas está muy cerca de tu corazón; razones te sobran para ser su orgullosa madre.
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