Compañeros de viaje en nuestro camino vital; únicos,
personales e intransferibles.
Los hay blancos, espumosos, sin aristas, de perfectos
contornos, que adornan francas sonrisas anacaradas. Cuidados esmaltes arropados por labios
enamorados, protagonistas de apasionados besos como amantes de Rodin. También amarillentos, testigos de vidas
trasnochadas, de bocas descuidadas, de sonrisas disimuladas tras dedos
nicotinados. Otros son negros, enfermos,
que abandonan dolorosamente encías necrosadas; dueños de ojos amargos y
tristes, de bocas pustulosas plasmadas en las traseras de las cajetillas de
tabaco.
Pero recordaremos…entrañablemente a aquellos que ven la luz
por primera vez, rasgando nuestras vírgenes encías y que nos acompañarán en
nuestros más tiernos años de vida. Una
noche, bajo la almohada, nuestros dientes de cuna se transformarán al amanecer
en mágicas monedas, tras la visita de un cambista y simpático roedor de cuyo
nombre todos queremos acordarnos.
Tus dientes profusamente adjetivados, nos hablan de tu conocido dominio del lenguaje. Me gustan las referencias que invitan a la indagación para darle significado a lo que se cuenta, o al placer de añadir sustancia a lo que lees, si éstas te son conocidas.
ResponderEliminarya es te echaba de menos.
ResponderEliminartanto diente me confunde, que ya te echaba de menos.
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