Lo que hay
que ver, el facha de mi cuñado, tuvo la osadía de llamarme fanfarrón. Sí, fanfarrón,
fanfarrón a mí, ¿pueden creer?, casi le parto la jeta al muy cabrito, pero eso
es la envidia que me tiene, porque él toda la vida estudiando y lo único que
tiene son títulos universitarios, que no le sirven para nada, en cambio los
míos son de propiedad, que tengo tanto dinero que, ni quemándolo, termino con
él... Fanfarrón, yo, dice… ¿yo?
Ningún camello se conoce su joroba, que lo sepa este fanfarrón, a ver si se entera. Menos mal que es pura ficción, aunque a veces cualquier parecido con la realidad no es mera coincidencia. Fuera de chanzas, me lo creo, Lilia. Este es el discurso de un engreído fanfarrón, cuya petulancia no le deja ver quién es.
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