Explicarle a un extraterrestre que es un microondas desde la voz de un campesino
en alguna parte tierra adentro de América del Sur.
Un indígena
quechua acababa de llegar a su hogar muy asustado. Llamó a su hijo mayor, que
pertenecía a la cooperativa agrícola de la región, para contarle lo
ocurrido. Manuel comenzó el relato con
voz entrecortada:
Después de
finalizar las labores agrícolas, me
entretuve un rato analizando la cosecha. Comprobé que en unos días estaría
lista. De pronto, sentí que ya no permanecía solo. Lo que vi me puso los pelos de punta: un ser muy alto, con
ojos saltones, que emitía una extraña luz verdosa. Quise correr pero no podía
moverme. Me hablaba con imágenes que se formaban en mi cabeza. Veía unas ondas
como las del lago Titicaca cuando sopla el viento y luego, una especie de aparato que las emitía.
¿Preguntaba por ese pequeño horno que utilizaban sus parientes en la capital?
Contesté que aquí
no teníamos, pero en Chuquisaca (Sucre,
la capital) sí. Un q`uncla Kankay (horno
para calentar la comida), que funciona con ondas, como la radio. Eso dije
porque así me lo habían explicado. No sé... No recuerdo nada más hasta que me
di cuenta que el ser ya no estaba.
En la cooperativa
mandaron a miembros del Gobierno para revisar el campo de quínoa de Manuel.
Algo encontraron, porque le advirtieron
que debía guardar secreto, por su propio bien y el de su familia.
No era nada fácil resolver el ejercicio de esta semana. Uno de los más difíciles el que te tocó a ti, precisamente. Pese a todo, lo has hecho muy bien y del relato resalto ese final, porque me parece interesante el contraste entre lo inverosímil de la historia, con ese giro final tan de verdad, tan de la tierra.
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