-¡Ya está otra vez llorando el puñetero
bebé de los Prietos! Todas las noches lo mismo.
Pepe, el compañero de trabajo, me dice que me ponga unos tapones en los
oídos, pero ¿no se da cuenta ese tarado que si lo hiciera, no oiría el puto
despertador por la mañana? Ayer, por fin, le puse cara a ese perturbador de
sueños cuando lo vi en el carrito con su madre en el supermercado. Ese niño
acaparó la atención de todos los que pasaban por allí. Que si era mono, que si
se lo comerían; pues a ver si se lo comen de verdad y puedo por fin pegar ojo.
¡Que ya está bien! Y la culpa es de la madre, que no sabe acurrucarlo. Las de
antes sí que sabían. La mía, por ejemplo, no sé cómo se las arreglaba, pero a
mi hermana nunca se la sintió llorar por las noches.
Desquiciado por ese lloro insistente que
ya le causaba cefalea, se levanta de la cama.
-¡Ya no aguanto más! ¡Esa madre me va
a oír -Se asoma a la ventana del patio interior, y se encuentra en la cornisa
de la azotea un gato maullando.
Muy bueno este micro. Bien llevado, no le sobra nada, uso de lenguaje efectivo, giro final ingenioso y divertido. Buen trabajo. Felicidades!!
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