Mi ciudad es bella, la quiero y sé
que ella también, a su manera, claro:
regalándome su luz, sus flores, sus inmensos amaneceres y suaves
atardeceres.
Por eso me encanta recorrerla y en
uno de esos paseos descubrí la calle del Reencuentro, sí, así se llama la calle.
Es pequeñita, estrecha, poca luz desde aquí se ven los árboles de la plaza,
todo, absolutamente todo me produce una inquietante melancolía.
No necesito pasar por allí a menos
que me dirija al parque, sin embargo siempre busco una excusa para atravesarla.
Esa atmósfera que allí se respira,
ese nombre me pone nostálgica y me lleva a pensar en otros tiempos muy
intensos, es como si volviera a ver a ese joven de porte elegante, caminar
resuelto, mirada penetrante, pasando la calle y tendiéndome la mano con esa
varonil sonrisa entre sus labios.
Qué tiempos maravillosos donde la
gentileza nos rodeaba, quizás los esté sobrevalorando pero para mí por supuesto
ya no volverán.
Pensándolo bien, no sé por qué me
empeño en pasar por la calle del Reencuentro, más bien debería pasar por la del
Olvido.
Me encanta cómo siempre buscas formas nuevas, originales y trabajadas, con las que abordar los títulos de las tareas que se imponen en clases. Bravo!!
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