Han pasado más de 20 años; ¡más, muchos
más!.
Lo recuerdo como si ocurriera ahora
mismo; fue una revelación. Un suceso que bien pudo acabar en tragedia.
Regresé a mi casa después de una
intensa jornada de trabajo. No quedaba otro remedio. Mi hijo Óscar, el mayor de
los tres, acababa de preparar la cena como era habitual desde que faltaba su
padre, hacía algún tiempo ya. Eso era para mí un alivio pues después de una
jornada de trabajo, regresaba cansada y con tristeza. Se lo agradecía enormemente.
Era miércoles y ese día solían pasar
por televisión un popular programa llamado Un, dos, tres, responda otra vez… Se
trataba de responder a una propuesta con palabras asociadas o con el mismo
significado o algo parecido. El caso es que me gustaba mucho y a mis hijos
también, quizás porque nos permitía interactuar con los concursantes.
Absorbidos por el divertido programa,
fue pasando el tiempo… repentinamente se escuchó un estruendo que nos
sobresaltó a todos e inmediatamente mi hijo gritó…¡mamá la freidora!, con lo
cual corrimos hacia la cocina que estaba situada en la entrada de la casa,
cuyas paredes estaban forradas de madera y con la única salida al exterior. “Una
auténtica ratonera”.
Qué horror… ¡¡la cocina estaba en
llamas!!. Sin vacilar, en cuestión de segundos
el mayor de mis hijos se hizo con el control de la situación apagando el
fuego con unos trapos de cocina y cubos de agua. Yo le ayudé no recuerdo bien
cómo.
Pasado el peligro, después de
apagar el fuego provocado por el aceite
que prendió cortinas muebles lámpara… en fin todo…, tomamos conciencia del
riesgo que habíamos corrido y las graves consecuencias y trastornos económicos
que agravarían aún más nuestra situación. Oí la voz de mi hijo que con pena y
sentimiento de culpa, me decía ¡No te preocupes mamá, yo te la arreglo de
nuevo!...ante mi pena… esa cocina había estado expuesta en el escaparate de una
famosa tienda de decoración, y yo me había enamorado de ella nada más verla.
Volví a la realidad y le respondí con
toda la tranquilidad del mundo ¡No te preocupes hijo! Después de haber perdido
a tu padre, todo lo que se puede reponer no es pérdida.
Y es así como lo que en principio fue
una tragedia, se convirtió en algo que nos ha servido toda la vida.
En…desprendimiento, aceptación y aprendizaje. Enseñanza que pasados los años,
seguimos aplicando a nuestras vidas:
“Todo lo que se puede reponer no es
pérdida”.
El duro coste económico pasa a un segundo plano cuando lo que nos queda es una lección de vida; cuánta razón hallo en tus palabras. Me las quedo para mí, con tu permiso, queridísima Juani.
ResponderEliminarEscrito, que es historia real! Cuanta razón lo que es posible reponer aun cuando la situación no sea bollante, (no tiene importancia), la pérdida de un ser querido eso...¡SI!.,
ResponderEliminarEscrito, que es historia real! Cuanta razón lo que es posible reponer aun cuando la situación no sea bollante, (no tiene importancia), la pérdida de un ser querido eso...¡SI!.,
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