Ella estaba embelesada
ante tanta belleza: las llamas no le dejaban apartar los ojos de la casa que se
desmoronaba.
A él no le importaba; en su furia
animal, se sentía complacido por tanta destrucción: ahora ella se quedaría en
la calle y eso era lo único que le interesaba.
Poquísimas palabras que, sin embargo, dibujan perfectamente la trama de una historia de trazos duros, marcados por el fuego.
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