Un diálogo entre un filósofo y un
economista les llevó a la conclusión de que los dos tenían razón. Isidro, que
los escuchaba sin opinar, pensó:
-No es lógico que
cuando se plantea una cuestión, ambas partes se queden conformes con que las
dos opciones pueden ser válidas, existen más posibilidades.
Jesús, el filósofo, de aspecto
desaliñado, robusto y coco agraciado decía que:
-La desnudez
psíquica es más importante que la física, porque ahí en la mente radica la
madre de todas las libertades, yo jamás me desnudaría físicamente delante de
alguien, porque la naturaleza no fue muy espléndida con mi cuerpo físico.
Sin embargo, Francisco el
economista, un personaje un tanto tétrico y oscuro, pensaba y opinaba de esta
manera:
-Al admitir la
desnudez física, tu mente está suficientemente abierta para aceptarla. Tanto
filosofar, que si mente, que si cuerpo, da igual, porque hay gente totalmente
pobre de mente que desnuda su cuerpo con una facilidad absoluta, sin importarle
los prejuicios.
Quien escuchaba, reflexionó y opinó
sobre el tema:
-No me parece, ni
veo con buenos ojos que la gente desnude su cuerpo ni su mente del todo. Es
conveniente dar a conocer sólo lo que te interese, porque así estarás y serás
más vulnerable a cualquier desaprensivo.
La
realidad es que los tres pensaban igual.
-¿Hay algo más puro
que dos cuerpos desnudos, mirándose, acercándose, sintiéndose, amándose…, o
simplemente, disfrutándose?.
Profunda y sin duda interesante conversación, sobre la desnudez en sus aspectos literales y figurados y, contestando el interrogante planteado en las dos últimas líneas: coincido en que no, no hay nada más puro que dos cuerpos amándose…
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