–¡Qué fea y ruinosa estoy! Voy a la peluquería a ver si un corte cambio
la imagen. No…, no… cortar no, color,
que me pongan un color bonito…
Y Rosa, dispuesta, entra por la
peluquería.
–No sé qué me dices, ¿tú qué opinas? –le
pregunta a la peluquera.
–Es que no sé, quiero un cambio, color
nuevo, corte, mechas, ¿tú qué opinas?
La peluquera, con toda su buena
intención, le propone un cambio radical: cortar la melena, un color más
luminoso, un cambio de raya.
–Bueno, es que no sé si eso me quedará
bien, ¿cuánto me saldría hacerlo?
–Eso te sale baratito, más o menos
ochenta euros
–Bueno, es que no sé, no estoy segura,
después de todo no me veo tan mal como estoy, ¿tú qué crees?
Esther, has dibujado muy bien el personaje que se te pedía: una persona indecisa, insegura, con falta de criterio propio. Muy buen trabajo. Ahora, eso sí, todavía estoy dándole vueltas al título. ¿Será por lo que la peluquera estuvo a punto de responder a la cliente? ¿Qué cogiera la puerta y se fuera por donde había venido?
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