En
mi barrio, en mi trabajo, entre mis vecinos, en mi propia familia, nadie
sabe quién soy realmente porque si lo supieran, si un día se desvelara mi
secreto…, la máscara que he venido llevando todos estos años se haría añicos y
podrían verme como realmente soy y, estoy seguro que no les gustaría lo que encontrarían.
Yo, sin embargo, me conozco bien,
sin mentiras, sin engaños y la verdad es que no me avergüenzo de ello; al
contrario, ¡me enorgullezco!.
Puedo confesar que soy un ser falaz,
egoísta, despiadado y vil sin sentir ningún remordimiento. Alguien que para
lograr sus propósitos, no duda en manipular a
personas y situaciones sin
importar el daño que pueda causarles, -al fin y al cabo son daños colaterales y
la verdad es que tampoco me importa-así que utilizo los ardides más retorcidos
para alcanzar mis objetivos.
Con el tiempo, he perfeccionado el
arte de la manipulación y el chantaje emocional sin que mis víctimas se
percaten siquiera de ello y esto me ha mantenido a salvo en mis mentiras, lo
que me produce una enorme sensación de poder.
Ahora todo está a punto, falta poco para que todos me conozcan tal como
soy -en cuanto acabe con algún asuntillo económico que me queda por ultimar-,
pero necesito mantener un poco más esta farsa…, tan sólo un poco más. Después,
dejaré atrás toda esta monótona e insoportable
vida y las insulsas y repugnantes personas que forma parte de ella,
entonces buscaré nuevas víctimas y…
volveré a empezar, una vez más.
La vileza del personaje, narrador en primera persona, queda patente sin lugar a dudas, por lo que este relato se ajusta perfectamente al perfil requerido. Muy buen trabajo.
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