Aquel abanico llegó a
mi vida el verano en que me sentía tan sumamente triste que hasta me costaba
respirar, moverme, mirar por la ventana. Y por esto ni siquiera le presté atención a la
vendedora de flores que estaba en la entrada de la iglesia, que me susurró:
–Es un
regalo para la persona más infeliz que he visto en mucho tiempo
Mi madre, que
prácticamente me había arrastrado hasta la iglesia por fin, me acompañó de
vuelta a la casa y, aunque estábamos en pleno verano, yo estaba helada,
temblando. Me desplomé sobre el sofá y
me tapé con la manta hasta la barbilla.
En ese momento, me di cuenta de que en el bolso a medio abrir, aparecía
un abanico. Solo por curiosidad, lo
abrí. ¡Qué color tan exquisito!!. Dios, se parecía a los claveles que… No, no podía pensar, lo tenía prohibido.
Un sollozo salió de mi garganta. ¿Sería capaz de acallar un sentimiento
tan profundo? . Entonces, le di la vuelta al abanico. Allí, en una letra menuda y muy parecida,
decía:
–Fíjate en el clavel escarlata, así está mi corazón
encendido. No temas, nunca se marchitará
Me ha gustado este abanico portador de mensajes color escarlata, el color de los amores imperecederos, más allá del espacio y el tiempo; esos en los creemos las románticas irremediables, como tú y como yo.
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