Todavía siento el frío en mi
cuerpo, la humedad traspasaba mi ropa y el sabor de la sal del mar me
desesperaba. Temía por mi vida y la de todos los demás. Recuerdo la expresión
de una mujer en concreto, se aferraba a un lado de aquella patera, con sus manos
clavaba las uñas, enterrándolas como garras de un buitre para no dejar escapar
a su presa.
Hubo momentos sordos, mudos y
momentos aterradores. Pareciera que el mar nos quisiera tragar, llevarnos a las profundidades de su garganta
borrándonos del mapa. Estábamos en sus manos y nos tambaleaba a su antojo, como
si de títeres se tratara. Recuerdo que no dejaba de rezar y de pedirle a Dios,
que nos diera una última oportunidad para volver a empezar. Una oportunidad
para seguir viviendo, pero en otro lugar distinto al que pertenecía. Atrás
quedaría todo..., sí, miedo tenía a no llegar y morir en medio del océano, pero
más miedo tenía, a seguir viviendo en mi país natal.
La suerte, marca tu vida, tu
camino y el destino y la fuerza hace, que tomes las riendas de tu vida y demuestres
a la suerte, que eres tú y no ella, la que decide quedarse... O adentrarme mar
adentro para cambiar aquel destino injusto, que me tocó vivir, sin yo quererlo.
Aunque
en ello me fuera la vida.
Relato inspirado en una realidad cercana y actual, contado por una voz narrativa que vive en primera persona la dura experiencia de un éxodo hacia un futuro incierto, dejando atrás un presente aterrador.
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