Ella entró al salón de clase y todo
cambió, tuve la sensación de que un rayo de sol había iluminado la estancia. La
miré fascinada, tenía un porte tan distinguido y caminaba con decisión como si
supiera que su destino era brillar en un mundo necesitado de figuras glamorosas
en quien reflejarse. Su expresión inteligente y sutil me hizo suponer que sería
muy difícil competir con ella.
Demostró tener una exquisita
educación y don de gentes, era imposible no quererla, no sentirse orgullosa de
compartir las alegrías y sinsabores de nuestra difícil edad.
Los años pasaron y tomamos
diferentes caminos, cada una buscando su lugar en la vida. Supe que había
partido al extranjero a estudiar y a relacionarse con personas que yo ni en
sueños hubiese podido conocer.
Muchas veces la vi en la prensa rosa
con su traje de amazona, presentando un libro y también con cámara fotográfica
en la mano pues le gustaba el periodismo. No me extrañaba, ella era excelente
en todo lo que se proponía.
Las dos nos casamos en fechas cercanas,
claro que mi boda no fue ni remotamente tan suntuosa como la suya. Supe que su
luna de miel transcurrió en Acapulco y esta fue la primera vez que una punzada
de celos me atravesó el corazón con lo que hubiera yo disfrutado de en paseo
con mi marido por una vereda tropical.
Ya para esas fechas mi excompañera
de clases se había convertido en una reina de la elegancia, del estilo y la
gracia, por eso, cuando se mudó a la hermosa casa debido al ascenso espectacular de su esposo
la redecoró a su gusto ofreciendo cenas a los personajes más importantes pues
los esposos apreciaban el arte, la música y la cultura.
Yo seguía leyendo los periódicos
cada vez que ella aparecía, como si sus logros fuesen los míos y sus tristezas
también las hubo me conmovieron desde la distancia.
El azar quiso que ese día yo tuviera
un viaje de promoción de mi empresa en esa ciudad. No tenía idea de por qué esa
avenida precisamente estaba colapsada. Miré como se acercaba un coche en medio
de la multitud. Vi a mi amiga con su esposo, levanté la mano para saludarlos
aunque sabía lo improbable que era que me reconocieran en medio del bullicio.
Pero mi brazo quedó paralizado al oír el sonido brusco de un disparo. Qué
pasó?? Me pregunté sorprendida. Dos disparos posteriores me sacaron un grito
aterrador de mi reseca garganta…
Sólo vi a mi amiga en ese coche
descapotable con la mirada desconsolada y su traje rosa de Chanel manchado de
sangre tratando de reanimar a su esposo.
Bordaste la tarea. Has construido un relato fantástico, pura filigrana. Bien estructurado, nos conduce con ritmo estudiado, hasta un excelente final. Bravo!
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