––Diga
––
Hola,
soy yo. ¿Cómo estás?.
––
Caramba,
¡dichosos los oídos!.
––
No
seas irónica, no hace tanto que no llamo.
––
¿Que
no?. Ya, lo que tú digas.
––Oye,
no deseo discutir, únicamente quería saber cómo está Lucas.
––Bueno
pues, ya era hora de que te interesaras
por él. El pobrecito lo está pasando muy
mal. Nuestra separación le está afectando más de lo previsto; necesita verte y
sentir que es importante para ti. Deberías venir un poco más a menudo a verlo y
sacarlo por ahí, en fin, compartir juntos más tiempo.
––Ya
lo sé, tienes razón, la verdad es que lo intento, pero he estado muy ocupado y
no me queda tiempo para nada.
––
¿Te
das cuenta?, siempre pones las mismas excusas. Te recuerdo que Lucas es tu
obligación tanto como mía, juntos tomamos la decisión de tenerlo y ahora me
dejas sola con toda la responsabilidad.
Mira, el viernes tengo que llevarlo a revisión y a que le pongan las
vacunas que le tocan, porque no lo llevas tú, seguro que se sentiría muy feliz.
––
¡¡Uffff!!.
Está bien, no me des más la paliza. Lo llevaré. Dime, ¿a qué hora tiene cita
con el veterinario?
Otro a tomar en cuenta para próximas aventuras escénicas. Muy simpático
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