Es
una forma de expresión que se ha dado en todas la épocas en el ser humano e
incluso en el reino animal. Ha influido, influye e influirá en los individuos
de todas las edades, siempre de manera permanente y positiva.
En grupo, individualmente o también
a través de grandes colectivos, gana adeptos.
No escapa nadie a su influjo. Hasta las personas sordas la sienten. Sus
vibraciones pasan a través de sus pies, porque los sonidos que se emiten por
medio de cuerdas, de teclas, de percusión, de silbatos o del choque de dos
cucharas o el cri-cri de un grillo, ellos lo perciben.
Desde que era pequeña hasta mis días
actuales, siempre me persiguió esta revolución continua, porque escuchándola me
evadía y me tranquilizaba. Más tarde, en mi adolescencia, participar en vivo en
conciertos al aire libre o en recintos cerrados, aparte de que gracias a ella
nos reuníamos a su alrededor y hacíamos amigos, me enriquecía el espíritu y
volvía a casa plena y llena para seguir escuchando más.
En la actualidad es uno de mis mayores
escapes. Con ella me enamoré. Hoy en día aunque ya no lo esté, ahí sigue
estando nuestra preferida y sigo sintiendo escalofríos al escucharla, porque de
ella sigo enamorada.
Mi cuerpo como el tuyo, es una gran
máquina de resonancia donde ella está instalada, por lo que quien quiera que
nos haya creado, también la incluyó en nuestro interior, intuyendo que sería
muy importante en nuestras vidas. Algunas son tan hermosas que aunque las oiga
ciento de veces, sigue penetrando en mi interior una especie de regocijo,
parecido al que experimentan dos amantes en su mejor noche.
Tanto la siento, que hasta en los
momentos de silencio la oigo y si no la fabrico.
Estoy agradecida de todo cuanto me
ha dado, por ello quiero rendirle mi más sincero homenaje a las notas, a los
vibratos, a los acordes, a las resonancias, a los graves, a los agudos…
Creo que nunca me decepcionará,
aunque al pasar el tiempo pueda visitarme, aún sin oírla, intentaré escucharla
y que los testigos me la transmitan.
Hermoso homenaje a la música; arte que enaltece el espíritu y trasciende para acercarnos a la belleza, para vivirla con intensidad. Mueve el alma y el cuerpo. A nadie deja indiferente, porque tal vez, como dices, forma parte de nosotros mismos. En mi caso la poesía y la música, son compañeras inseparables porque la una me conduce a la otra, irremediablemente.
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